Displasia de cadera ¿Criadores irresponsables, alimentación, ambiente?
Actualmente, con sólo tres meses de edad es posible conocer la existencia de pequeñas anomalías en la conformación de la articulación cadera/fémur, que desembocarán en displasia.
Origen de la displasia de cadera en perros:
En lenguaje coloquial (hoy evitamos los términos veterinarios) la displasia de cadera es un «fallo» en la articulación cabeza del fémur-cadera. Si la cabeza del fémur no queda alojada en la cadera perfectamente se produce un deterioro del cartílago que protege la articulación, y ese deterioro es degenerativo e irreversible. Pero… ¿Por qué se produce la displasia de cadera?
Herencia genética. La displasia de cadera se hereda, y si los criadores no realizan las pruebas necesarias para saber que sus perros están libres (radiografía certificada) y que las generaciones anteriores también, los cachorros pueden padecerla. Muchos criadores (y más particulares) obvian estas radiografías (ojo, no hay ninguna raza a salvo de la enfermedad). Con suerte incluyen una cláusula en el contrato de venta en el que te darán un cachorro si demuestras que el que has comprado tiene displasia (como si fueran electrodomésticos).
Factores ambientales. En el periodo de crecimiento (hasta el año, pero especialmente críticos los primeros seis meses de vida), son especialmente peligrosos los suelos resbaladizos, ejercicios bruscos, saltos… Cachorros con una cadera límite pueden agravar su situación si no se tiene cuidado en estos meses críticos, y viceversa, podrán llevar una vida perfectamente normal si se desarrollan correctamente en estos meses (aunque sus caderas no sean perfectas).
Alimentación. Los meses en los que la displasia se desarrolla son los de crecimiento, y cuanto más despacio crezca el cachorro mejor. Los alimentos muy altos en proteínas se han relacionado con la aparición de displasia. Los condroprodectores ayudan durante el crecimiento (en individuos o razas predispuestas, siempre bajo supervisión veterinaria).
Acerca de la prevención al hilo de lo anterior, si el criador es responsable y tiene todos los controles hechos todavía no podemos cantar victoria. Es muy importante que el cachorro tenga una buena alimentación acorde con sus necesidades de crecimiento, que no engorde (la imagen que todos tenemos de un rollizo cachorro es típica, pero no saludable), apoyada en condroprotectores si es necesario, que el ejercicio sea comedido (evitando movimientos extraños, y sobre todo saltos y posturas forzadas del tres posterior), cuidado con los suelos de casa (si son resbaladizos no es mala idea hacerse con unas alfombras viejas que nos duren unos meses).
Algunos ejercicios y «trucos» son muy exigentes con la cadera, y por lo tanto peligrosos en cachorros y perros jóvenes.
Y la mayor prevención: radiografía Hay muchos cachorros que pueden cojear por causas que nada tienen que ver con la displasia, y de igual modo, los hay asintomáticos con problemas en fémur y cadera serios. La placa es indolora, económica, y el único método realmente fiable. En la actualidad podemos conocer el estado de las caderas de nuestro cachorro desde edades tan tempranas como los tres meses (método PennHip), de tal forma que se puedan instaurar tratamientos conservadores, o en el caso de ser necesaria una intervención, que no sea drástica sino reconstructora, conservando la articulación. Hasta el año de edad no es posible asegurar que la cadera ha tenido un desarrollo perfecto y, por lo tanto, no será hasta entonces cuando el perro pueda comenzar en los deportes caninos («comenzar» es ir poco a poco) realizando ejercicios más exigentes con su cuerpo.
fuente: www.doogweb.es
www.ortocanis.com