La miositis en perros es una de las enfermedades caninas que más afecta a su calidad de vida. No sólo porque puede afectar a su capacidad de moverse y realizar su actividad diaria habitual. También porque se trata de una patología muy dolorosa que les limita mucho. Se trata de una inflamación de uno o varios músculos que puede afectar a diferentes partes del cuerpo. Su origen puede ser múltiple, y puede deberse tanto a heridas y roturas musculares como a un sobreesfuerzo. Pero también a los efectos de la edad.
Sobre todo afecta a animales domésticos de pelo corto, como diversas razas de perro. Se puede dar a cualquier edad, aunque aparece con más frecuencia en perros adultos y de más edad. Hay tres tipos: eosinofílica, reumática y purulenta.
Causas y síntomas de la miositis en perros
La miositis en perros puede deberse a varios motivos. Entre ellas, a una rotura muscular o a un hematoma, tanto producto de un golpe o una caída como de una actividad física excesiva o un salto desde una altura elevada. Pero también puede aparecer tras soportar una carga excesiva sin que el animal esté preparado para ello.
A veces también se da como consecuencia de la hipotermia que puede sufrir un perro cuando se encuentra en un entorno en el que hace un frío excesivo y sin estar preparado para ello. Entonces, los músculos tienen problemas para moverse, puesto que el frío los paraliza, y aparece la inflamación.
Cuando aparece en un perro mayor, se trata simplemente de los efectos de la edad, que les producen dolores y achaques varios. O bien por parásitos que anidan en los músculos y otras zonas móviles del organismo del animal, y ocasionan desplazamientos y erosiones.
Evidentemente, uno de los principales síntomas de que un perro tiene miositis, además de la dificultad de desplazamiento si afecta a las patas o a la zona de las articulaciones y la columna, es el dolor. Los perros afectados tendrán tanto dolor que generalmente no querrán moverse (o no podrán hacerlo), y gemirán de dolor. También rechazarán que se toque la zona afectada, e incluso las caricias, aunque sean suaves.
El perro puede encontrarse mejor a primera hora de la mañana después de dormir, pero ya aparecerá cansado. Y el dolor irá aumentando a medida que pase el día. Es especialmente indicativo de la presencia de miositis el dolor en la zona de la pelvis o del hombro, dos de los puntos en los que primero se manifiesta esta dolencia.
Además, la miositis presenta otros síntomas adicionales. Entre ellos, las dificultades para posar una pata o varias, la posición curvada de la espalda del perro, etc. Todo unido a una tensión evidente en la zona del cuello, producto de los dolores y las dificultades para moverse, y a la hinchazón de la zona afectada. También puede aumentar la temperatura corporal, y aparecer sangre en la orina. Y como consecuencia de todo esto, llegan el decaimiento y la pérdida de apetito.
Tratamiento de la miositis en perros
Cuando la miositis se detecta pronto, y se trata de una forma leve, bastará llevar al animal al veterinario para que le ponga un tratamiento adecuado tras dar con la causa de la enfermedad. Por lo general, estará completamente restablecido en un par de semanas. Pero cuando se trata de una miositis grave o se aplaza su tratamiento, puede tardar más en curarse, y le pueden quedar secuelas.
Entre estas secuelas está el acortamiento de los músculos afectados, la atrofia muscular y la paralización de una o varias extremidades. En estos casos, además de un tratamiento para eliminar el dolor y tratar de reparar en la medida de lo posible el daño, el perro puede necesitar rehabilitación y diversos apoyos para poder desplazarse. Estos van desde un protector para las extremidades afectadas hasta una silla de ruedas adaptada para casos más graves que impliquen la parálisis de las patas traseras.