Los perros pueden sufrir, en muchos casos, enfermedades óseas y articulares que también sufren los humanos. Por ejemplo, la hernia de disco. Esta dolencia, que es degenerativa, se caracteriza por la salida de los discos intervertebrales de la columna de su lugar. También por su abultamiento. La salida de los discos de su canal, que además causa una compresión en la médula espinal del animal, es lo que genera la hernia de disco en perros.
Este tipo de hernias, que son de diagnóstico complicado, puede ocasionar no sólo dolores a los perros. También dificultades para caminar. Incluso, si es muy grave, puede provocar la parálisis de las patas al animal. Generalmente de las traseras. Para evitar que llegue a esos extremos, lo mejor es diagnosticar al animal correctamente y cuanto antes.
Lo malo es que los síntomas suelen ser complicados de identificar. En ocasiones, además de una radiografía, habrá que hacer otras pruebas al perro para asegurar el diagnóstico. En cualquier caso, ante la duda, lo mejor es consultar con un veterinario para evitar dolores y problemas de movilidad al perro.
Primeros síntomas de la hernia de disco en perros
El principal síntoma de la hernia de disco en perros que se produzca mediante la protrusión o abultamiento de los discos será un bulto. Podrá variar en dimensión, pero será evidente. Además, el perro sufrirá dolor en la zona. Y tocar el bulto, que será la hernia, puede hacerle, al igual que le pasa a los humanos, «ver las estrellas».
En caso contrario, cuando el disco se desplaza hacia el interior del cuerpo, hablamos de extrusión. La hernia no será tan evidente a la vista. Eso sí, veremos que el animal tiene dolores. Y eso sólo en la primera fase de la dolencia, cuando el animal tiene una hernia de disco de grado I. Cuando está más avanzada, la hernia de disco tiene otros síntomas.
Hernia de disco en perros de grado II o III
Cuando la hernia va haciéndose más grave (grado II), se comienza a producir la compresión de la médula. El perro comenzará entonces a tener problemas de movilidad. Y la médula ósea estará a punto de estar afectada. Esto sucederá en la hernia de disco de grado III.
En ese momento comienza a haber daños neurológicos en la médula. La hernia, tanto si se produce hacia el interior del organismo como si sale hacia afuera en un bulto, comprimirá bastante la médula. Entonces el perro tendrá una falta de fuerza en las extremidades posteriores bastante evidente. A esto, que suele afectar a las dos patas de atrás del animal, se le denomina paresia.
Hernia de disco de grado IV o V en perros
Cuando la hernia de disco en perros ya es muy grave, la paresia provoca grandes dificultades al perro para mover sus patas traseras. En algunos puntos puede que incluso queden completamente paralizadas. En este caso, el animal tendrá que comenzar a utilizar una silla de ruedas específica para perros para poder desplazarse.
En este punto, el de la hernia de disco de grado IV, no es lo único que le puede pasar al perro. También puede que la hernia llegue a afectarle a los esfínteres. Entonces tendrá problemas de retención de orina.
Ya si la hernia es de grado V, el caso más grave, la parálisis de las patas traseras será total. Además, la incontinencia urinaria será inevitable. Aparte de esto, tendrá una falta de sensibilidad completa en las patas.