Los ligamentos cruzados anteriores o craneales son una estructura que frecuentemente se ve afectada en perros. Su ruptura es uno de los principales causantes de cojera de las extremidades posteriores. La principal causa que origina esta ruptura se asocia a un proceso crónico degenerativo, pues raramente es una ruptura atribuible a una causa traumática.
Los principales factores predisponentes de una ruptura del ligamento cruzado anterior son varios. Por un lado, afecta a razas principalmente grandes, aunque también pequeñas, con una conformación anatómica determinada, característica por encontrar unas piernas muy rectilíneas, hiperextensión de la rodilla y excesiva rotación de la tibia. Entre las razas más predispuestas, destacan los Rottweillers, los Labradores, los Bóxers y los San Bernardos, entre otros. En cuanto a razas pequeñas con esta conformación, destacan los Schnauzer miniaturas, los Teckels y los Basset hounds, entre otros. La inestabilidad articular debida a la degeneración acaba provocando la ruptura de los ligamentos cruzados anteriores, de ahí la necesidad de prevenir bien este riesgo mediante el usos de protectores de rodilla para estabilizar la articulación. También existe una predisposición a la ruptura de los ligamentos cruzados anteriores en perros de razas pequeñas en que la luxación rotuliana es muy frecuente, hecho que favorece una inestabilidad articular que acaba provocando la ruptura. El sobrepeso y la edad son también factores predisponentes. Es muy frecuente que un perro que se rompa un ligamento cruzado anterior de una rodilla, se rompa el otro ligamento también al cabo de un tiempo.
La función del ligamento cruzado anterior es limitar la rotación interna y el desplazamiento craneal de la tibia así como la hiperextensión de la articulación. Por ello, uno de los principales diagnósticos de esta ruptura, a parte de la presencia de cojera en la extremidad posterior afectada, es mediante la exploración física del perro y el llamado “movimiento de cajón”, en que confirmamos este desplazamiento craneal de la tibia. Otra forma diagnóstica es la radiografía, en que el hueso sesamoideo poplíteo se encuentra desplazado más cranealmente de su posición normal.
Si el tratamiento recomendado para esta ruptura es la cirugía, esta debe hacerse lo antes posible una vez diagnosticada la ruptura. La fisioterapia variará dependiendo del paciente y del tipo de intervención quirúrgica, ya que algunas técnicas requerirán una mayor estabilización. En cuanto a las técnicas quirúrgicas extracapsulares, estudios recientes como el de la Universidade Federal de Santa María (Berté et al.,2012)* sacan de relieve la gran importancia de la fisioterapia durante el postoperatorio para la pronta y efectiva recuperación del perro. Esto es muy importante, ya que existen cirujanos que desconocen la gran mejora que permite la fisioterapia y dudan de recomendarla, creyendo que puede ocasionar un deterioro en la recuperación. Por el contrario, estos autores diseñaron un estudio en el que dividieron en dos grupos un número de pacientes con ruptura de ligamento cruzado anterior intervenidos quirúrgicamente con técnicas extracapsulares. En el primero se promovieron un conjunto de ejercicios de fisioterapia, mientras que en el otro no. Los resultados fueron que las modalidades terapéuticas de fisioterapia utilizadas en el período postoperatorio no solamente no generaron inestabilidad de la rodilla intervenida sino que permitieron una mejoría en la recuperación de la marcha respecto el grupo en que no se hizo fisioterapia. Este hecho limitó su riesgo de atrofia muscular y, por lo tanto, permitió mejorar su calidad de vida.
Estos ejercicios fueron los siguientes: Por un lado, se les practicó la crioterapia, técnica con la cual aplicando frío, por ejemplo mediante el uso de bolsas de hielo, reducimos el dolor y la inflamación de la articulación de la rodilla después de la cirugía. También se practicó en ellos la estimulación eléctrica neuromuscular, que consiste en la aplicación de un gel conductor de ultrasonidos a través del cual mediante electrodos se aplica una corriente eléctrica que permite la estimulación muscular. También existe la posibilidad de combinar electroterapia con los ultrasonidos. Por otro lado, la hidroterapia permitió también la mejoría en la rehabilitación. Otra modalidad que se practicó en este grupo de pacientes fueron los ejercicios terapéuticos mediante el uso de rampas, conos, balones y otros varios , que contribuyeron exitosamente a esta pronta recuperación. También el fortalecimiento y movilización pasiva de la articulación permitieron evitar la atrofia de la articulación.
Finalmente, cabe decir que mantener la articulación de la rodilla en la máxima estabilización posible después de la cirugía es una prioridad. Por ello, el uso del protector de rodilla después de que haya rebajado la inflamación inicial post-operatoria, contribuirá también a mejorar el pronóstico después de la ruptura del ligamento cruzado anterior.
*L.Berté, A.Mazzani, F.Z.Salbego, D.V.Beckmann, R.P.Santos, D.Polidoro, R.Baumhardt. 2012. Immediate physical therapy in dogs with rupture of the cranial cruciate ligament submitted to extracapsular surgical stabilization. Arq.Bras.Med.Vet.Zootec, v.64,n.1,p.1-8.
Clara Castells Urgell
Veterinaria